Los pecados
de Chuayffet
ARTURO
RODRÍGUEZ GARCÍA
Presto
a batirse en los lodazales políticos con su vieja enemiga Elba Esther Gordillo,
Emilio Chuayffet ha sobrevivido a todo: a las defenestraciones de sus padrinos
y protectores de la vieja guardia de Atlacomulco, a los encontronazos con las
corrientes internas de su partido y a sus propios errores y pifias, que no han
sido pocos. Pese a su negra fama –ganada, entre otros episodios, por el de la
matanza de Acteal, que cumple 15 años el próximo sábado 22–, el nuevo
secretario de Educación, Emilio Chuayffet, regresa al candelero político, con
nuevos bríos…
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- Con más de cuatro décadas de trayectoria política, Emilio
Chuayffet Chemor, ahora secretario de Educación Pública, es un sobreviviente de
la lucha por el poder: Formado al amparo de la “vieja guardia” del Grupo
Atlacomulco, sorteó las desgracias de sus antiguos jefes y amigos, concretó
acuerdos con diferentes grupos políticos dentro y fuera del PRI, se confrontó
algunas veces y se mantuvo vigente incluso cuando el PAN ocupó la Presidencia.
Ha
sobrevivido pese a los episodios oscuros de su carrera: Sospechosas operaciones
electorales en el Estado de México y como secretario de Gobernación, ruptura de
acuerdos, polarización política y la matanza de Acteal en diciembre de 1997.
El
martes 11, en entrevista con Carmen Aristegui el político mexiquense negó una
vez más que haya tenido responsabilidad alguna en esa masacre, y aunque
confirmó que había grupos paramilitares en Chiapas y admitió que estaba avisado
de ello, rechazó tener responsabilidad directa o por omisión.
Al
viejo estilo
Chuayffet se formó en el antiguo molde
priista. Nacido en Toluca en 1951, se afilió en 1969 al Partido Revolucionario
Institucional y estudió derecho en la UNAM entre 1970 y 1974.
Apenas
concluidos sus estudios se convirtió en secretario particular de Arturo
Llorente González, subsecretario del Trabajo entre 1974 y 1976, cuando el
titular de la dependencia era Porfirio Muñoz Ledo.
Llorente
fue delegado de Benito Juárez en 1976 y su ahijado político se convirtió en
subdelegado. En ese periodo se vinculó con el jefe del Grupo Atlacomulco,
Carlos Hank González, entonces regente capitalino.
Gracias
a Hank llegó a la política del Estado de México. En paralelo con la
subdelegación en Benito Juárez fue presidente del comité municipal del PRI de
Toluca entre 1976 y 1978.
En
1982, al empezar el sexenio de Miguel de la Madrid y su “renovación moral”,
comenzó la desgracia temporal para Hank. Sin embargo otro hijo de Atlacomulco,
Alfredo del Mazo González, llegó al gobierno mexiquense y Chuayffet a la
alcaldía toluqueña.
Al
año siguiente Del Mazo incorporó al flamante alcalde de Toluca como secretario
de Educación del Estado de México. Ahí permaneció hasta 1987.
La
fórmula de ocupar un cargo público y simultáneamente uno partidista fue
repetida por Chuayffet, pues cuando era titular de Educación presidía el Centro
de Estudios Políticos, Económicos y Sociales del PRI.
Grandes
ligas
En
la Secretaría de Educación mexiquense Chuayffet fue ante todo un operador
político. En 1986 Del Mazo solicitó licencia para dejar la gubernatura y
convertirse en secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal, y fue
sustituido por Alfredo Baranda.
El
gobierno de Miguel de la Madrid impuso como candidato en el Estado de México a
Mario Ramón Beteta, un hombre sin arraigo en la entidad y quien hizo secretario
de Gobierno a Chuayffet, que de ese modo se convirtió en una especie de
gobernador de facto (Proceso 589).
En
1987 Del Mazo era preaspirante presidencial. Y cometió un error: El 4 de
octubre de ese año, día del “destape”, felicitó a temprana hora a Sergio García
Ramírez. Doble tropiezo: Del Mazo no era el candidato. García Ramírez tampoco.
Fue Carlos Salinas de Gortari.
Así
que mientras su protector Del Mazo salía del país en un exilio disfrazado de
misión diplomática, Chuayffet pudo mantenerse como “gobernador de facto”.
Mientras tanto Hank González fue nombrado secretario de Turismo por el entrante
gobierno de Carlos Salinas y pronto Chuayffet entraría con bríos a la escena
nacional.
En
1989 fue nombrado titular de la Procuraduría Federal del Consumidor y dos años
después lo hicieron director del Instituto Federal Electoral. Su trabajo en esa
instancia contribuyó a la recuperación del PRI en las elecciones intermedias de
1991. El premio: la gubernatura del Estado de México en una elección que ganó
en 1993 con dispendio, represión contra perredistas y denuncias porque la
credencial para votar de los mexiquenses llevaba su firma (Proceso 850).
“Más
que glosar logros y avances sectoriales, quiero enfatizar el progreso integral
que contiene el activo del régimen que nos hereda: la reforma de la Revolución
Mexicana”, dijo Chuayffet a Salinas a nombre de los gobernadores el 1 de
septiembre de 1994, durante una comida por el último informe de gobierno del
mandatario federal.
Salinas
“dedujo de la realidad, con el conocimiento de nuestra historia, su estrategia.
Ha sorteado con inteligencia los variados obstáculos que se han presentado como
inercias contra el cambio”, dijo.
El
año del levantamiento zapatista, del asesinato del candidato presidencial del
PRI Luis Donaldo Colosio y a unos cuantos meses del asesinato de José Francisco
Ruiz Massieu, Chuayffet se dirigió a Salinas el 30 de noviembre, en su último
día de actividades como presidente. Lo calificó de estadista y agregó:
“Ninguno
de sus contemporáneos podrá regatearle el mérito de haber cambiado a México, en
un momento tal que, agotados ciertos patrones de conducción, liderazgo y
relación con la sociedad civil, de habernos empecinado en seguirlos hubiéramos
fracturado irremediablemente la unidad nacional” (Proceso 974).
Chinchones, pantomima y Acteal
Apenas con 22 meses como gobernador, en julio
de 1995 fue designado secretario de Gobernación por Ernesto Zedillo. Vinculado
con la cúpula del PAN, que reconocía en él un buen interlocutor y un demócrata,
respetado entre los grupos priistas empezando por Atlacomulco, llegó a relevar
al inexperto Esteban Moctezuma.
En
la edición 1045 de Proceso Salvador Corro reseñó los tropiezos de Chuayffet: No
logró fácilmente la aprobación de la reforma electoral que se planteaba para
1995, aunque ésta se concretó después. Fue el año en el que se enfrentó a
Manuel Camacho Solís, quien en una carta criticó su actuación. Chuayffet
respondió señalándole errores ortográficos de manera que se granjeó un apodo:
El Pequeño Chuayffet Ilustrado.
En
1996, cuando hizo su aparición pública el Ejército Popular Revolucionario
(EPR), Chuayffet sentenció: “Yo no admito que se les llame guerrilla. Fue una
pantomima montada para ganar publicidad”. Semanas después esa “pantomima” atacó
instalaciones militares y policiacas en cuatro estados del país.
También
intervino en el conflicto zapatista. Una condición para la paz en Chiapas fue
generar una serie de modificaciones constitucionales en materia indígena,
basadas en los llamados Acuerdos de San Andrés Larráinzar. La iniciativa sería
elaborada por la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa), integrada por
legisladores de los diferentes partidos.
Los
zapatistas aceptaron el planteamiento y el gobierno federal, por conducto de
Chuayffet, también. “Sabremos honrar nuestros compromisos”, dijo. El 28 de
noviembre de 1996, en la sala de juntas del hotel Flamboyant, en San Cristóbal
de las Casas, Chuayffet rechazó la propuesta con el argumento de que tenía
deficiencias de técnica jurídica.
Los
integrantes de la Cocopa le indicaron que eso se podía resolver en el proceso
legislativo, pero Chuayffet se mantuvo en la negativa y entonces le dijeron que
había traicionado su compromiso.
“Ustedes
disculpen, pero cuando me comprometí con ustedes me había tomado 18 chinchones
(anises) y no estaba en condiciones propias para asumir un acuerdo de esa
naturaleza”, se justificó.
Los
tropiezos de Chuayffet fueron a más. Cuando los zapatistas anunciaron que
enviarían una delegación a participar en el Congreso Indígena en la Ciudad de
México, Chuayffet dijo que eso era una provocación y que “aplicaría la ley” a
quien saliera de la zona de conflicto. La comandante Ramona viajó con
pasamontañas y portando la bandera mexicana. Chuayffet se tragó su amenaza.
El
20 de octubre de 1996 tuvo otro tropezón. El arzobispo Norberto Rivera Carrea
expresó que a la autoridad que se sale del marco legal y viola derechos humanos
“no hay obligación de tributarle obediencia”. La Secretaría de Gobernación
amenazó con aplicar sanciones a los representantes de la Iglesia que llamaran a
la desobediencia civil. Los obispos cerraron filas y otra vez el mexiquense se
tragó sus amenazas.
Por
esos años ya era famoso por su apariencia de demócrata y su actuar autoritario.
En medio del conflicto poselectoral de Tabasco intervino de manera que exaltó
la indignación. Andrés Manuel López Obrador, quien denunciaba fraude electoral
en esa entidad, declaró que Chuayffet hablaba como Jesús Reyes Heroles y
actuaba como Gonzalo N. Santos (Proceso 1026).
Finalmente
el 22 de diciembre de 1997 en la población de Acteal, en Chiapas, la matanza de
45 indígenas, entre los que había niños y mujeres embarazadas, provocó su
salida de Gobernación. En la citada entrevista con Aristegui, Chuayffet aseguró
que no había prevención suficiente ante las conductas humanas y que la matanza
había sido parte de conflictos intercomunitarios.
Aristegui
le recordó que el obispo Raúl Vera declaró que le había avisado. El político
sostuvo que había conversado con él y que, en efecto, le había referido una
problemática que implicaba a numerosas comunidades.
En
entrevista con Proceso, Vera sostiene que habló con Chuayffet varias veces, la
última a mediados de 1996, sobre la situación en Chiapas: “Hasta entonces yo
creía que se trataba de una estrategia equivocada, pero cuando vi la operación
directa de los paramilitares me di cuenta de que era una estrategia
contrainsurgente y que la paz que proclamaba Chuayffet era una contradicción,
pues el gobierno era el generador de la violencia”, recuerda.
En
octubre de 1997 Vera envió una carta denunciando la operación de los
paramilitares.
Rechaza
además la versión de Chuayffet que niega la participación del gobierno, pues
asegura que cuando los paramilitares ingresaban a las comunidades les abría paso
el Ejército, y tras los saqueos eran los militares quienes vendían los
productos robados a los indígenas.
“Gobernación
es responsable de la política interior del país. Y en ese tiempo se aplicaban
políticas de guerra con asesinatos, saqueos y violencia y, por otro lado, un
diálogo de paz. En eso no puede quedar exento el secretario de Gobernación. Él
era responsable de preservar la paz y el equilibrio interior del país. Yo no le
hablé en general como dice, le hablé en concreto de lo que ocurría”, sostiene
el obispo Vera.
La permanencia
Tras
la derrota del PRI en las elecciones presidenciales de 2000 Chuayffet resultó
beneficiado. De cara a la elección de 2002 fue operador entre los grupos
políticos del PRI que, tras encumbrar la fórmula Roberto Madrazo-Elba Esther
Gordillo, se disputaban el control de la Cámara de Diputados, donde la
profesora era coordinadora parlamentaria.
Con
Manlio Fabio Beltrones presionando la salida de Gordillo y el distanciamiento
de ésta con Roberto Madrazo, el episodio de la Cámara dejó humillada a
Gordillo, que debió abandonar el PRI, la curul y el control camaral, dejado en
manos de Chuayffet.
Los
reporteros Jesusa Cervantes y José Gil Olmos documentaron uno de los episodios
más funestos de Chuayffet como líder de la Cámara: el priista pactó con Vicente
Fox el desafuero de Andrés Manuel López Obrador para tratar de evitar su
participación en las elecciones federales de 2006.
De
nuevo diputado federal en 2009, Chuayffet fue uno de los principales operadores
de Peña Nieto en la construcción de su candidatura presidencial y también de la
candidatura de Eruviel Ávila al gobierno del Estado de México, para lo cual
dejó en el camino a otro aspirante, Alfredo del Mazo Maza, hijo de su antiguo
protector.
Ya
como titular de la Secretaría de Educación Pública, el lunes 10, al presentar
la propuesta de reforma de Peña Nieto, se refirió a la evaluación de los
maestros: “No dependerá de caprichos ni intereses particulares, ni habrá
negociación ni pacto para examinar a los maestros del SNTE”, dijo. Publicado en
Proceso