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viernes, 23 de octubre de 2015

Desigualdad y educación: los resultados del Coneval

A finales de julio pasado, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) presentó la Medición de la Pobreza en México 2014. Como su nombre lo indica, el principal objetivo de este ejercicio es medir la pobreza, sin embargo, algunos datos presentados nos ayudan a conocer la situación de la desigualdad. A pesar de la relevancia del tema, muy poco se ha discutido sobre estos resultados en la opinión pública.

En materia educativa, una de las principales carencias sociales medidas por el Coneval es el rezago educativo (población que no cuenta con la educación básica obligatoria). Los resultados indican una disminución del porcentaje de la población afectada por esta carencia (pasando de 19.2% en 2012 a 18.7%). A pesar de ello, al analizar la información por deciles de ingreso, entidades u origen étnico, los datos indican que las desigualdades entre los más y menos favorecidos permanecen o inclusive tienden a incrementarse. Si bien, éste es sólo uno de los temas donde se reflejan las desigualdades en las oportunidades educativas, nos alerta sobre la importancia de priorizar este tema en la política educativa del país.
En una panorámica general, la desigualdad medida por el Coeficiente de Gini no presenta mejoría con relación a la medición anterior del Coneval (2012). Inclusive hay un ligero incremento del Gini (lo que implica mayor desigualdad), pues pasó de 0.498 en 2012 a 0.503 en 2014. Estos datos son similares a mediciones del Banco Mundial que ubican a México en el 20% de los países más desiguales del mundo.

En cuanto al rezago educativo, el Coneval indica que 22.4 millones de mexicanos padecen esta carencia social (18.7% de la población). Sin embargo, cuando observamos cómo se distribuye este dato por decil de ingresos, afecta mucho más a la población menos favorecida. Mientas que en el decil con menores ingresos se encuentra el 18% de los 22.4 millones de personas con esta carencia, en el decil más rico sólo se encuentra el 2% (Gráfica 1).
Si consideramos los resultados del Coneval en términos relativos a cada decil, es decir, el porcentaje de la población afectada por decil, obtenemos otra forma de observar las desigualdades en la distribución de las oportunidades educativas. Mientras que en el decil de menores ingresos, 34 de cada 100 personas padece rezago educativo, en el decil más rico sólo lo hace 4 de cada 100. Esto significa que el porcentaje de la población con esta carencia en el decil más pobre equivale a 8 veces a la del decil más rico. Al igual que en el caso anterior, también con esta forma de observar los datos, los afectados por el rezago educativo disminuyen paulatinamente conforme aumentan los ingresos de la población.
Si bien la información en los dos últimos párrafos es indicativa de las amplias desigualdades entre deciles, cabría también preguntarse si se ha presentado una mejoría en esta situación. En otras palabras, ¿Han disminuido o se han incrementado las diferencias de la población afectada por el rezago educativo entre deciles de la población?

Desafortunadamente, sólo se encontró información para las carencias sociales por deciles de ingresos para las mediciones 2012 y 2014 del Coneval. Aunque se trata de un periodo de tiempo corto, podría darnos indicios de las dinámicas más recientes. En dicho periodo, la población con rezago educativo pasó de 19.2% a 18.7% (200 mil personas menos). En términos generales existe una ligera mejoría aunque en una importante medida podría deberse al número de personas con esta carencia fallecidas en el periodo. Si comparamos entre deciles, el rezago educativo disminuyó de manera similar entre los de altos y bajos ingresos (Cuadro 1). En otras palabras, no se están atendiendo las desigualdades pues para que estas disminuyan deberían presentarse diferencias importantes en favor de los deciles de menores ingresos. Por ejemplo, en 2012, el porcentaje de la población con esta carencia en el decil más pobre equivalía a 7.45 veces a la del decil más rico, en 2014 la diferencia aumentó a 7.9 veces. En suma, aunque existe una ligera disminución del rezago educativo en el total de la población, la distribución de esta mejoría entre deciles más y menos favorecidos sugiere que las desigualdades podrían postergarse por un largo periodo e inclusive incrementarse.

Al observar la situación de los grupos vulnerables o entre entidades de la República la evolución de las desigualdades tampoco es alentadora. En el caso de la población indígena, el porcentaje de la población con rezago educativo era de 34.1 en 2012 y de 33.9 en 2014, es decir, se presentó una disminución de 0.2 por ciento. En el caso de la población no indígena, el porcentaje con esta carencia era de 17.6 en 2012 y de 17.0 en 2014, la variación fue de 0.6 por ciento. Aunque el porcentaje de la población indígena con esta carencia es casi del doble que la no indígena, la reducción fue mucho menor en el primer grupo que en el segundo. Por ende, de continuar esta tendencia las desigualdades se incrementarán en el futuro.
Cuando vemos a las entidades, en las cinco con menor rezago educativo (Distrito Federal, Nuevo León, Sonora, Coahuila y Aguascalientes) el porcentaje promedio de la población con esta carencia es de 11.7% y se redujo en casi 1% entre 2012 y 2014. En las cinco con mayor rezago educativo (Chiapas, Veracruz, Michoacán, Oaxaca y Guerrero), el porcentaje promedio de la población con esta carencia es de 28% y no se presentó variación en el mismo periodo. Inclusive, en Veracruz y Michoacán el porcentaje de la población con esta carencia aumentó. De estos datos se desprende que el porcentaje promedio de la población con rezago educativo en los cinco estados que más padecen esta carencia es 2.4 mayor en comparación de los que menos la padecen. No obstante, en los primeros no se presentó variación mientas que en los más aventajados sí hubo una mejoría. También bajo esta tendencia las desigualdades crecerían en el tiempo.
Por todo lo hasta aquí señalado, la información del Coneval nos indica la persistencia de importantes desigualdades en materia de rezago educativo cuando agrupamos a la población en deciles de ingreso, por entidades o por su pertenencia étnica. Éstas habrán de permanecer durante un periodo importante, e inclusive incrementarse, si siguen la tendencia de las dos últimas mediciones del Coneval (2012 y 2014). Si bien el rezago educativo es sólo uno de los temas en los que se reflejan las desigualdades en las oportunidades educativas en el país, éste nos alerta sobre la importancia de un debate más amplio en la materia. Durante las últimas décadas, la política educativa de México ha tenido como uno de sus principales objetivos garantizar el acceso a la educación, principalmente en el nivel básico. No obstante, algunos estudios sugieren que la reducción de las desigualdades en la distribución de las oportunidades educativas no ha sido prioritario respectola calidad, logro académico, los beneficios recibidos de los estudios e inclusive en el acceso al nivel medio superior y superior. Se trata de un asunto fundamental que debería ser considerado como una prioridad entre lo objetivos de nuestro sistema educativo, los beneficios para millones de mexicanos podrían reflejarse en el acceso a múltiples derechos sociales, la cohesión social, incluyendo la convivencia pacífica y, en general para el desarrollo del país.


Estudiante del doctorado en Política Públicas del CIDE, maestro en Administración y Políticas Públicas de la misma institución. Ha colaborado en distintas investigaciones académicas, laborado en varios puestos en la Administración Pública del Distrito Federal y encabezado diversos proyectos de consultoría. (Educación Futura).

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